Coatlicue
o las promesas
Pudo
un hombre cazar a un conejo, tuvo ganas de comerlo pero recordó a su esposa y a
sus dos hijos, colgó el conejo en su hombro y caminó, de pronto escuchó gritos,
se acercó curioso al origen y encontró a una mujer embarazada defendiéndose de
un lobo. El hombre lanzó contundentes piedras y ahuyento al lobo. La mujer
estaba herida, agradeció al hombre y pidió su conejo pues tenía mucha hambre.
El hombre respondió no, alego que en la temporada seca había muy poco alimento
para cazar y su familia no había comido desde ayer. La mujer insistió que le
regalara el conejo pues en su vientre llevaba un dios que necesitaba comer. El
hombre nunca había escuchado la palabra dios y preguntó su significado, escuchó
que dios era el que saciaría el hambre de todas las personas y fundaría Tenochtitlan,
la ciudad de los dioses, donde él y su familia podrían tener abundancia de agua
y comida.
El
hombre, conmovido, ofreció que regresaran juntos a la caverna donde vivía,
caminaron durante horas y llegaron a la caverna que estaba cerca de un río seco.
La esposa prendió una fogata, quitó la piel al conejo y lo puso al fuego, cuando
la carne estuvo cocida, la mujer embarazada pidió que todos le regalaran su
porción. La esposa dijo por qué y escuchó que todos sus problemas se solucionarían
cuando el dios naciera. El hombre convenció a su esposa de regalar su porción
del conejo a cambio de algunos chapulines que había recolectado. Los hijos
comieron una pequeña parte del conejo.
Todos
los días la esposa recolectaba frutos e insectos que había cerca de la caverna,
mientras el hombre se iba a explorar en busca de carne, a veces tenía suerte pero
su hijo murió de hambre transcurridas las semanas porque la mayoría de la
comida que recolectaban, la regalaban a la mujer embarazada que siempre tenía
hambre y lo único que hacía era alegar que cuando el dios naciera todo estaría
bien. El hombre dudó y dijo a la embarazada que si su hijo podía darles abundancia
era porque tendría habilidades extraordinarias para cambiar la realidad en un
instante. Afirmó la embarazada, dijo que su hijo podía hacer cualquier cosa. El
hombre dedujo que ella no sería una mujer común y debería tener habilidades
extraordinarias también.
La
mujer extendió la mano y en su palma un chorrito de agua broto como si fuera
una fuente. La familia vio el chorrito de agua y sintieronse entusiasmados intentaron
beberla pero la mujer dijo que el agua pertenecía al dios y no se podía beber,
la familia no sintió tristeza olvidaron su sed al contemplar agua tan
cristalina, sin embargo la escasez mató al otro hijo los días siguientes. La
mujer embarazada intentaba aliviar la pena de la madre mostrándole
continuamente el chorrito de agua que sacaba de su mano y prometiendo que todo
estaría bien cuando el dios naciera, funcionó por un tiempo pero la esposa dejo
de creer en dios y en la promesa, se marchó un día que el hombre fue a buscar
carne.
Tras
la partida de su esposa el hombre dejo de cazar, compartía insectos y frutos
con la mujer embarazada, pasaba sus días viendo el chorrito de agua en la mano
y escuchando promesas de abundancia y soluciones. La sequía termino, hubo más
frutos cerca, el río se llenó de agua y hubo peces. La mujer dio a luz durante
el mediodía a una enorme serpiente con cabeza de jaguar y plumas de águila que
le quitó la vida al nacer. La serpiente emplumada, floto en el aire y habló al
hombre, dijo que si caminaba hacia cierta dirección con el sol siempre tocando
su hombro derecho, llegaría a Tenochtitlan, la ciudad de los dioses, donde la
tierra sería fértil, advirtió que la reconocería por un gran lago donde un
águila estaría devorando una serpiente en un nopal, dijo que él se convertiría
en un dios y sería el emperador de Tenochtitlan, tendría las esposas que
quisiera y los hombres, cazarían y recolectarían para él. El hombre respondió que
había entregado todo y sentíase incapaz de realizar tremendo viaje hacia un
lugar milagroso.
La
serpiente emplumada sembró una semilla de maíz y la hizo crecer en un instante para
que el hombre entendiera la agricultura y la fertilidad, afirmó que en su viaje
encontraría gente que lo seguiría, lo ayudaría y lo adoraría hasta encontrar Tenochtitlan.
El hombre, tomo una mazorca, le quito las hojas y la mordió, prometió encontrar
la ciudad de los dioses y crear un gran imperio sobre el lago donde utilizarían
la agricultura para subsistir. La serpiente emplumada dijo bien, subió al cielo
y se convirtió en una enorme esfera de plumas verdes y azules que eclipso el
sol durante un par de horas. Cuando hubo otra vez luz, el hombre se levantó, enterró
el cadáver de la mujer y sobre ella sembró semillas de trigo, cebada, tejocote
y maíz que había recolectado previamente, todos los días cultivó su huerto, nunca
buscó el lago donde estaría el águila devorando una serpiente en un nopal.
Marcovich JL